Veamos las razones, a nivel laboral, por las cuales el mundo del toreo no ha de desaparecer, y que conste que como autor de este artículo no soy seguidor en absoluto de los toros y todo lo que lo envuelve, en realidad prefiero el fútbol y encima sólo sigo las competiciones europeas…
Vamos por materia. Todos aquellos que se preocupan por la abolición del mundo del toreo ciertamente han de estar ociosos, o tener una gran sensibilidad para con los toros al verlos sufrir.
Mi planteamiento es muy simple. Si tan desagradable le resulta a alguien la escena de ver a un torero matando a un toro, no hay nada más sencillo, no ir a una corrida de toros. Hay que recordar que los toros no es una fiesta, tradición o entretenimiento (como le queramos llamar) a la que estamos obligado a ir todos los españoles, simplemente al que le gustan pues va y al que no pues no va. Es así de sencillo, por tanto no se entienden en absoluto las protestas que piden su abolición.
Tengamos en cuenta que hay gente dedicada al mundo del toro, no sólo toreros sino también toda una sería de personas y empresas que viven de ello, y que si finalmente desaparece, cosa tremendamente imposible dentro de los próximos cien años, también desaparece el sustento económico de dichas personas y empleados que trabajan para las empresas del toro.
Pero claro esto ya parece no importar demasiado a los detractores del toro, que lo único que quieren es ver terminar una fiesta (de la cual repito no son seguido en absoluto) para de alguna manera descansar algo más tranquilos.
La gente ha de plantearse las cuestión desde este punto de vista. Es como si de repente alguien dice que el atún es perjudicial para la salud y por tanto se pretende prohibir su pesca. Seguro que tendríamos grupo protestando por la supresión de los atuneros para que nunca más pescaran dichos peces, y por otro lado tendríamos a las empresas atuneras reivindicando sus derechos.