Saltar al contenido

A la gente no le gusta su trabajo

Después de mucho navegar por tiendas, centros comerciales y otros establecimientos, especialmente, he llegado a la conclusión de que la gente no está conforme con su trabajo, está a disgusto y por tanto ofrece un mal servicio al consumidor, perjudicándolo en numerosas ocasiones.

No hay más que ver la forma en como te atienden frente a cualquier consulta, resultando ser en el 98% de los casos unos magníficos incompetentes, despreocupados y amargados laborales.
Amablemente nos acercamos a un dependiente saludando seguido de nuestra consulta, y lo que habitualmente encontramos como respuesta es una cara poco amigable de “¿porque me molestas?” y una respuesta escueta del tipo “no lo sé“, “si“, o “no“, sin que haya una mínima intención por averiguar más información consultando a algún superior o encargado.

Si por contra nos dan una respuesta más holgada, suele ser algo que conlleve alguna incorrección.
Aunque el dependiente/vendedor te hable de una manera sentenciosa y con mucho porte, no quiere decir que tenga razón. Te puede estar recomendando un producto del que no tiene ni idea, o decirte que lo tienen en tienda en ese momento, aunque lo tengan en almacén desde hace meses.

Todas estas actitudes las catalogaríamos de incompetencia suprema, algo que en sus administraciones de personal no valoran o pasan por alto, porque a menudo se ve como recompensan al trabajador incompetente con una subida de puesto.
En contra que en otras circunstancias podemos decir que en algunos casos la incompetencia es una virtud.

Pero estamos en España y este tipo de actitudes parece no sorprender, la gente tampoco se queja frente a dichas formas, y por tanto es un servicio que continuará mientras no se evolucione a nivel social.

En otros países como en EEUU, por ejemplo, todo esto es impensable. Tu vas a una tienda, un centro comercial y a cualquier lado y siempre hay una persona dispuesta a atenderte de la mejor forma posible. No le va a impotar dedicarte el tiempo necesario para ayudarte en todo lo que necesites, aquí rara vez verás malas formas.
Y en el caso de haberlas, ahí se planta al instante un supervisor de zona para mediar y atender como es debido.
En España no se llegaría a este estremo, simplemente porque dificilmente encontrarás de entrada a una persona que te atienda.

Pero estas actitudes no sólo son visible en centros comerciales y tiendas, sino también en lugares públicos, como hospitales u oficinas de correo.
Resulta lamentable comprobar como, por ejemplo, después de 3 años de reparto de cartas un cartero continúe tirando las cartas en ubicaciones incorrectas, es decir, que se equivoque de calle sistemáticamente durante 3 años.
Luego vas a correos a quejarte y te dicen; “si, si, está claro“, diciéndotelo como si el deficiente mental fueras tu y no ellos.
Pero bueno, esto es algo contra lo que no se puede hacer nada, es como que cuando llueve.

He llegado a la conclusión de que la gente no está a gusto en su trabajo, posiblemente a consecuencia de una mala retribución económica, y esto hace que tampoco les importe demasiado su trabajo ni tengan miedo a un despido inminente.